No hace mucho me llego un mail  y la verdad que cuando termine de leerlo quede sorprendido; este  decía que en la entrada de algunos restaurantes europeos les decomisan a los clientes sus teléfonos celulares.

La realidad es que, se trata de una corriente de personas que busca recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ring tones interrumpan, ni los invitados den vueltas como gatos entre las mesas mientras hablan a gritos.

Voy a ser realista, la noticia me produjo mucha envidia pero de la buena.

Personalmente, ya no recuerdo lo que es sostener una conversación de corrido, larga y profunda, tomando un café, chocolate o una coca, sin que mi interlocutor – amigo, cliente, familiar me deje con la palabra en la boca porque suena su celular con algún ring ton particular que distingue entre una llamada, un what up, un sms, una notificación de facebook, etc.

Posterior al sonido del celular, la persona que recibió algún tipo de mensaje, se lanza como tigre sobre el teléfono (casi nunca pueden abstenerse de contestar), luego, contesta el mensaje / llamada / what up y por ultimo sonríe y dice, ¿Qué me estabas diciendo?. Para esa altura la conversación perdió el hilo y se da por terminada.

En ocasiones es peor. Hace poco, me reuní con amigas para distenderme y relajarme después de haber tenido una semana laboral complicada.  Lo curioso fue que no pasada más de media hora de reunión, esta se disolvió por que cuatro de las cinco personas que estábamos en la mesa (un el 80%, todo un numero)  comenzaron a atender sus llamadas urgentes por celular. Fue un caos indescriptible de conversaciones al mismo tiempo.

Como en ese momento, era la única que no le había sonado el celular, me detuve a observar mi alrededor y solo divise personas adictas al celular,  gritando y charlando como si uno no existiera. Antes, por lo menos  la gente solía buscar un rincón para hablar, hoy ya se perdió el pudor y todo el mundo grita por su celular, desde el lugar mismo en que se encuentra.

No es que esté en contra de la tecnología, al contrario, de hecho el celular es uno de mis elementos de trabajo,  pero creo que toda cosa en exceso hace mal, y el uso excesivo del celular nos llevo a perder la comunicación con los nuestros y perdimos la habilidad de escuchar por estar concentrados en un simple aparato.

Tomemos conciencia, me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos hablamos cuando estamos cerca, por que, el teléfono se ha convertido en un verdadero intruso.

No niego las virtudes de la comunicación por celular. La velocidad, el don de la ubicuidad que produce y demás, pero me impresiona la dependencia que tenemos del teléfono. Preferimos perder la cédula profesional que el celular, pues con frecuencia, la tarjeta sim funciona más que nuestra propia memoria;

Alguien una vez me dijo que antes, en las mañanas al levantarse, su primer instinto era conversar con su pareja mientras tomaban un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes, sin importar si le estan hablando o no.

Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de la sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que terminará acabandocon delicioso placer de conversar con el otro, frente a frente.